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Foto: stephmcg
Esta es una historia ficticia, obra de la imaginación. Cualquier parecido con hechos, lugares, o personajes reales es pura coincidencia. Obra debidamente registrada.
Prólogo
Mi nombre es Janius. Vivo en Kalim Rampa, una bella ciudad de la República Surrealista de Akinoestán. La historia que quiero contar es en parte mia, y en parte la de un sitio que ya no existe. Lo que ocurrió parece haber sido olvidado por casi todos como si de un pacto secreto se tratara. Yo no lo he conseguido aun, y tal vez escribiéndola logre por fin sacarla de mi mente y confinarla para siempre a un simple conjunto de papeles. Empezaré por relajarme y recordar como comenzó todo.
1. Janius pensando en voz alta
De niño me preguntaban qué quería ser cuando fuera grande. Primero se me ocurría que quería ser astronauta, pero ya había muchos. Los años pasaron sin que esa pregunta fuera un problema para mí.
Cuando ya me acercaba al momento de la gran decisión, empecé a considerar diferentes alternativas. El sistema de elección era simple: matemáticas no, porque siempre fui terrible en esa área. Química tampoco, porque a mí se me daba por mezclar cualquier cosa, y así no íbamos a terminar nada bien. Derecho no, porque apenas si sabía de que se trataba. Médico... mejor no. Podía estudiar filosofía o letras. En esas áreas, si cometía un error, no mataba a nadie.
Lo de filosofía parecía lindo... pero inútil, porque en esta época a nadie le importa qué es el hombre o para qué existimos. Y si alguien encuentra muchos problemas con eso, va a ver a un psicólogo.
Aclaremos que psicólogo tampoco quería ser, porque siempre pensé que si la psicología realmente funcionara, no habría tantos locos en este mundo. ¿Quién sabe?, tal vez funcione realmente, pero los loqueros no quieran quedarse sin trabajo.
¿Porqué no literatura? Siempre me gustó leer.
Más allá de las bromas, siempre me gustó recorrer una variedad de mundos, acompañando a los personajes a través de todas sus experiencias. Llegó a gustarme tanto que no sólo leía una gran cantidad y variedad de historias, también comencé a escribirlas. No fueron muchas, pero fue muy especial para mí poder crear historias y hacer que otros experimenten diferentes emociones con ellas, como las que yo sentí desde que aprendí a leer.
¿Qué veíamos en el curso de ingreso? Nociones básicas de esto y aquello. Filosofía, gramática y poco más, de manera rápida y superficial. ¿Utilidad? Ninguna. ¿Sentido? Aún en el día de hoy es un misterio. Resultado: una larga lista de notas bajas.
Mal presagio.
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2. Primeras clases de Janius
En un primer momento parecía improbable que tanta gente pudiera entrar en un aula normal; después de todo, esta no era el aula magna donde se había hecho el curso de ingreso. ¿Se puede meter a 90 personas en un sitio con capacidad para 60? ¿Por qué no? Cuando se quiere, se puede. Algunos estudiantes descubrieron sus dotes innatas de contorsionistas, otros creyeron recordar que en sus vidas anteriores habían sido faquires; lo importante es que hasta el último centímetro cuadrado disponible fue aprovechado... además del pasillo.
Receta para el desastre: un aula con mucha más gente de lo recomendable, programas incompletos e inadecuados, un profesor lo suficientemente loco para tomar una tarea imposible. Mezclamos todos los ingredientes, los depositamos en un mismo sitio, a una temperatura de 30 grados (a la sombra) y esperamos. Las desgracias empezarán a ocurrir en cualquier momento.
Continuará...