En una época con muchos cambios,donde los acontecimientos se suceden de prisa, siempre es bueno tomarse un tiempo para meditar acerca de donde estamos y hacia donde vamos.
martes, 17 de junio de 2008
Protagonistas
Foto: bachmont
1
No sonó el despertador.
Juárez llegó tarde a su destino. No ocurrió el accidente de tránsito donde se mató. Un joven profesional no lo reemplazó. Dos personas no se conocieron, ni se casaron, ni tuvieron hijos. Uno de esos hijos no desarrolló el chip que adelantaría 20 años los viajes espaciales. No se produciría el primer contacto con extraterrestres hasta mucho tiempo después, ni una guerra entre dos especies.
Juárez no conoce los mecanismos del mundo. Piensa que sólo las armas nucleares o los cometas errantes pueden cambiar la trama del universo.
Distraídamente, saca una moneda y la tira al aire.
Ahí, en el aire, en una moneda que gira, en un despertador que no funciona, en un olvido, en una chispa de creatividad, están los presidentes, las guerras, los descubrimientos, las historias de amor, los premios Nóbel, y estas líneas.
2
Al salir de su casa Benítez no sabía que le quedaban dos horas de vida. La primera pasó volando, consumida en cosas que nadie recordaría. Sesenta minutos inútiles en la existencia.
Tal vez habló de fútbol, fumó un cigarrillo, escuchó las noticias: una guerra, un nuevo aumento de impuestos, dos muertos en un accidente de tránsito.”Manejan como animales” pensó, poco antes de confirmar su hipótesis.
Benítez sabía que iba a morir... algún día, pero lo había olvidado. De hecho, tenía una nutrida agenda, por lo cual, el hecho de morir afectaría gravemente su vida.
¿Cómo llegar al cielo? Benítez fue en auto. Hay muchas y variadas maneras: En auto, en moto, en bicicleta... incluso en cohete, medio mucho más espectacular, y sólo al alcance de unos pocos. Se necesita mucho entrenamiento para hacer tal cosa.
3
No hablaremos aquí de sus edades. Eran jóvenes, aunque nadie es en este mundo demasiado joven para morir, ni demasiado joven para convertirse en motivo invluntario de una muerte.
Estos personajes no tienen los nombres de científicos brillantes, no son ricos ni famosos.
Son actores sin saberlo. Son a la vez la causa y el efecto de cada uno de los acontecimientos diarios. No saben que en determinadas circunstancias podrían llegar a cambiar el destino del mundo. Tampoco quieren saberlo.
4
Cuenta la leyenda que los diseñadores pasaron cierto tiempo observando a estos humanos. Les llamó la atención la fragilidad de esas criaturas, su imperfección, su mortalidad, su escaso conocimiento, completado con mitos y supersticiones, sus variados idiomas: barreras de la comunicación.
Vivían en un mundo realmente pequeño y limitado. Vivían un tiempo relativamente breve, no tenían que cargar con la inmortalidad.
Tenían un conocimiento limitado, podían todavía hacer muchos descubrimientos.
Poseían un poder limitado, y por tanto enfrentaban situaciones límite. Se sorprendían, se emocionaban, se asombraban ante lo nuevo y lo desconocido. La vida promedio de cada uno de esos seres no estaba privada de variedad, sensaciones, aprendizaje, curiosidad y voluntad de superación. Para ellos no estaba todo descubierto, y más aún: la búsqueda era apasionante.
Sin pensarlo mucho, los diseñadores dejaron el universo en manos de sus leyes, probadas y perfeccionadas. Borraron todo recuerdo de sus experiencias anteriores... y se convirtieron en humanos.
Convengamos en una cosa: ese trabajo no fue perfecto. De vez en cuando se advierte su aparición en la física, la música, o la literatura.
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