En una época con muchos cambios,donde los acontecimientos se suceden de prisa, siempre es bueno tomarse un tiempo para meditar acerca de donde estamos y hacia donde vamos.
lunes, 27 de febrero de 2012
Relato de viaje: Guanajuato
Guanajuato, capital del estado del mismo nombre. El ómnibus me acerca a la ciudad a través de un bello paisaje de montañas. Lo primero que me llama la atención son las casas construidas sobre los montes y pintadas de variados colores. Parece una gigantesca tribuna que mira hacia el centro histórico, y ciertamente hay mucho que ver allí. La información del folleto turístico en mis manos dice:
"Guanajuato fue asentamiento de indígenas otomíes hasta principios del siglo XV, y el vocablo Guanajuato proviene del purépecha "Guanaxhuato" que significa "lugar montuoso de ranas". La ciudad de Guanajuato debe su origen gracias al descubrimiento por los españoles de las ricas minas de plata a partir de 1548. Nombrada la Muy Noble y Leal Ciudad de Santa Fe y Real de Minas de Guanajuato en 1741, convirtiéndose en el siglo XVI, en la ciudad más rica de México. Este esplendor minero se ve reflejado su magnífica arquitectura religiosa y civil."
Es limitado número de vehículos que bordean el centro histórico, como siempre limitada también su velocidad. El centro es para caminar, para pasear con gusto por sus calles y callejones, siguiendo subidas, bajadas, curvas, y las escaleras que conectan diferentes sectores. El tránsito pesado pasa por los túneles debajo del centro. Allí es donde me bajo y tomo una de las escaleras para emerger a una tranquila y agradable atmósfera de arquitectura colonial. De un lado de la calle se encuentra una de las iglesias, junto al teatro Juárez. hay varios cafés y una trattoria italiana donde comeremos luego. Ya he probado típicos platos mexicanos, con su típica dosis de picante. Del otro lado de la calle, en un pequeño parque, mucha gente toma café mientras conversa en español o en inglés; mientras tanto, un grupo de mariachis canta un par de temas. Nos sentamos en uno de los bancos del parque. Estoy en uno de los lugares más bellos del mundo y en buena compañía.
"El primer Festival Cervantino se llevó a cabo en 1972, convirtiéndose en la más importante fiesta cultural de Latinoamérica. Cada año acuden visitantes de todo el mundo para disfrutar las más selectas manifestaciones artísticas de teatro, danza, música, literatura y artes plásticas. Los principales escenarios del festival son el Teatro Juárez, el Teatro Principal, el Teatro Cervantes, la Universidad de Guanajuato; los más hermosos templos; y en las plazas y calles de la ciudad."
Seguimos nuestro paseo mientras escucho los comentarios sobre el Festival Cervantino, pues he llegado justo en esos días. A pocos metros de donde estamos, un par de actores entretiene a la gente, que se detiene para verlos. A lo largo de la misma calle hay otros actores muy bien caracterizados con su maquillaje y sus trajes. Un grupo de personas se saca fotos junto a un actor caracterizado como un guerrero azteca, tras lo cual dejan monedas en el recipiente a sus pies.
Nosotros seguimos hacia un lugar que no podíamos dejar de visitar en Guanajuato: el Callejón del Beso. Unos metros antes de llegar una niña se ofrece a contarnos la leyenda de ese callejón a cambio de unas monedas a voluntad. En su parte más estrecha ese pasaje apenas si alcanza los 75 cm de ancho en la escalera. Se supone que las parejas de enamorados que pasen por ahí sin besarse, tendrían siete años de mala suerte, y si se besan en el tercer escalón tendrían 15 años de buena suerte. La mayor parte del día y un fotógrafo listo para inmortalizar ese momento con un precio razonable, y de inmediato entregar la foto pegada a una tarjeta que lleva impresa la leyenda. Como se podrán imaginar, allí nos besamos. Es muy pronto como para confirmar la veracidad del mito, pero hasta ahora... puede que sea verdad. Es difícil encontrar el callejón vacío como en la foto, pero como podrán comprender, las imágenes con mi amada son muy personales.
Callejón del beso. Imagen: EvaHerber
viernes, 17 de febrero de 2012
2012 : La manía de imaginar un fin del mundo
Tenemos un mundo caótico y en crisis, pero no es el fin.
Imagen: Diego López
Faltan 10 meses y cuatro días para el 21 diciembre. Si le preguntan a los descendientes de los mayas qué esperan para ese día, dirían simplemente que el cambio de estación. Cuando mucho, mencionarían el cambio de una era a otra en un antiguo calendario, similar a cuando nosotros celebramos el cambio de milenio. No sólo es curioso que se haya fijado varias veces una supuesta fecha del fin del mundo, sino que continúe haciéndose aún después de haber comprobado varias veces que tal cosa no tiene sentido.
No es tan fácil destruir este mundo. Tal vez haya sido la caída de un meteorito lo que exterminó a los dinosaurios, pero este planeta continuó su marcha, y también la vida sobre el mismo. Además, sería disparatado afirmar que los dinosaurios fueron exterminados como castigo por no ser buenos muchachos. Los humanos estamos destruyendo nuestro hábitat, los recursos que necesitamos, posiblemente terminemos pagando muy caro el hecho de dañar el propio ambiente en que vivimos, pero incluso si en el peor de los casos desaparecieran los humanos la faz de la tierra, la vida sobre el planeta continuaría de manera diferente. Hay un interesante documental sobre ese tema llamado "la tierra sin humanos", el cual se puede ver en youtube.
¿Cuantas veces se ha esperado ese supuesto fin? Estos son datos provenientes, entre otras fuentes,de un artículo de Terra.com y de Wikipedia :
- Año 400: Martín de Tours, predijo que el mundo se acabaria antes de ese año.
- 6 de abril, 793: El monje español Beato de Liébana profetizó la segunda llegada de Cristo y el fin del mundo en esta fecha. La gente, creyendo que el mundo llegaría a su fin, ayunó durante la noche. A la mañana siguiente, Hordonio, uno de los ayunantes, dijo: "Comamos y bebamos, ya que si morimos, al menos estaremos alimentados."
-Año 1000, se supuso que el dia del Juicio Final ocurriría 1000 años después del nacimiento de Cristo. Luego explicaron que la fecha correcta sería 1000 años después de su muerte, 1033, cuando tampoco pasó nada.
- 1284, El Papa Inocencio III predijo que el mundo legaría a su fin 666 días a partir del surgimiento del Islam.
-1524, Astrólogos predijeron que el fin del mundo comenzaría con una inundación en Londres el 1 de Febrero, dia en que ni siquiera llovió. Luego dijeron que hubo un error de cálculo de cien años y la fecha correcta era 1624.
-1537, El astrólogo francés Pierre Turrel predijo cuatro fechas para el fin del mundo: 1537, 1544, 1801, 1814. Obviamente, falló en todas.
-16 de octubre, 1736, William Whiston, fallida predicción de la colisión de un cometa contra la tierra.
-1843-1844, William Miller, predijo que Cristo retornaría entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo de 1844. Posteriormente corrijo su predicción, alegando errores de cálculo sobre las Escrituras; la nueva fecha sería el 22 de octubre de 1844.
- 1867-1875, Rev. Michael Baxter, Cuarenta 'maravillas' ocurrirían durante los siguentes siete años y setenta y cinco días, incluyendo guerras, hambrunas, peste y terremotos. Este período culimaría con el retorno de Cristo en 1875.
- 1881, Un grupo de egiptólogos predijo el comienzo del fin dle mundo para 1881. luego revisaron sus cuentas, lo que les dio 1936, y luego 1953.
- 1914, Charles Taze Russell, Fin de los "Tiempos de los Gentiles" e inicio del reinado milenario de Cristo en paz y felicidad.
- 1919, Albert Porta, Una alineación de los planetas causaría la explosión del Sol.
- 1980, Leland Jensen, En 1978 Jensen predijo que habría un desastre nuclear en 1980, seguido por dos décadas de conflictos y el establecimiento del Reino de Dios en la tierra.
- 9 de junio, 1994,Pastor John Hinkle, de la Iglesia de Cristo en Los Ángeles, predijo el retorno de Cristo en Los Ángeles en esta fecha.
- 6 de septiembre, 1994, Harold Camping predijo que "el Rapto" ocurriría en esta fecha.
- 1º de enero, 2000, Se predijo que computadoras y ordenadores dejarían de funcionar al iniciarse el año 2000, dando lugar a fallos en el suministro eléctrico, control de ojivas nucleares, y en todos los sistemas controlados por computadoras. También estavan quienes creían que el Juicio Final ocurriría a 2000 años del nacimiento de Cristo. Como ocurrió en el año 1000, pasaron la fecha para 2033.
2011- Harold Camping. Después de que aquel día 21 de mayo de 2011 terminara sin catástrofes, el líder religioso, de 90 años, se declaró estupefacto y confesó su error, pero precisó que había releído la Biblia y que la fecha del Juicio Final se produciría en realidad este viernes 21 de octubre. -Los seguidores del predicador estadounidense aguardaron el 21 de octubre de 2011 por segunda vez en menos de cinco meses a ser abducidos por Jesucristo. La fecha pasó y no sucedió nada. Camping renunció a realizar profecías tras el fracaso en sus cálculos.
También hay supuestas fechas del fin del mundo para después del 2012, que serían según las páginas citadas, en 2018,2060, 2076 y 3797. ¿Que tal si mejor se dedican al pronóstico del clima?
jueves, 9 de febrero de 2012
Recomendaciones para un mundo mejor
Foto: MGR!
¿Quieres un mundo mejor? Recuerda que eres parte del mundo. Una buena autoestima es necesaria para ti y para los demás. Recuerda que eres importante, y estando bien, no transmites a otros conflictos, sino ánimo y esperanza, orígenes de todo proyecto de vida.Conócete.Acéptate.Compréndete.Perdónate (Y perdona a otros. El odio y la culpa queman por dentro).Animate (date ánimo)Atrévete.Respétate.Recuerda que no necesitas rogar a otros lo que es tuyo por el solo hecho de ser humano: autoestima, respeto, dignidad, derecho a la vida, a la expresión. Y otros no necesitan pedirlo para que les des lo mismo. Defiende estos derechos con firmeza pero sin violencia, porque el fin no justifica los medios. Si te dicen que para estar mejor debes usar armas o invadir otras tierras, te estan mintiendo.Enfrenta tus temores, sean cuales fueren, porque es mas llevadero enfrentarlos que vivir con ellos y sus limitaciones. El temor es el ladron de la felicidad.Recuerda que cada dia es otra oportunidad que nos da Dios para procurar la felicidad y hacer cosas con sentido. No desperdicies el tiempo en el vano consumismo, una persona comienza a envejecer cuando deja de estar en movimiento.¿Sabes que puedes alcanzar todo lo que te propongas? A veces aparecen personas o circunstancias que nos hacen creer que no podemos, que no lo merecemos, que es cursi, que es muy difícil, y tantas excusas más.Y a veces recordamos que en nosotros están los límites y las posibilidades. Tenemos en nuestras manos las mejores herramientas, en nuestro cerebro la mejor computadora, en nuestra imaginación al mejor diseñador, en nuestra conciencia al mejor consejero, en nuestro espíritu la fuerza y el valor necesarios, y en nuestros amigos el apoyo que siempre está cuando se necesita.
Pensamientos positivos: una buena compañia
Foto: explorer056
¿Quien podría dudar de la importancia de tener buenas amistades? Tengo presente una frase leída o escuchada en alguna parte: "al amigo no lo quieras perfecto,quierelo amigo". Son buenas presencias,sin duda, buenas compañias, aunque no las únicas, y no siempre pueden estar presentes.
A veces olvidamos ser amigos de nosotros mismos y por lo tanto,cuidarnos bien. ¿Que elementos nos rodean cuando creemos estar solos? Puedo enumerar algunos: música,lecturas, mascotas, naturaleza,imágenes, y pensamientos. ¿Puede alguien estar tan solo que no le acompañe ningún pensamiento? Ya que nos acompañan las 24 horas, es bueno recordar que podemos elegirlos,cambiarlos, ser conscientes de ellos. Pensar de manera positiva o negativa requiere el mismo esfuerzo. Asi como la niebla puede impedirnos apreciar un paisaje, los estados y emociones que nos pertuban también nos dificultan ver donde estamos y hacia donde vamos.
El temor crea espejismos donde los desafios parecen más grandes, cuestiona nuestra capacidad, nos puede inmovilizar y puede quitarnos la voz si se lo permitimos. El odio quema por dentro, perjudica no solo a quien es odiado, sino también a quien odia. Además, es capaz de contagiarse como una epidemia o transmitirse incluso a nuevas generaciones. El desánimo nos puede pegar más duramente que un golpe físico y robar nuestras energias. La preocupación, o mejor dicho, pre-ocupación, nos desgasta con pesadillas imaginarias en vez de ocuparnos de problemas concretos.
¿Como enfrentar todos estos estados indeseables? Contra el temor puedo recomendar la acción y el amor. La acción puede demostrarnos que las cosas no eran tan difíciles como parecian, y si lo fueran, cuanto más practicamos una habilidad, más la desarrollamos. En la escuela debíamos tratar con problemas de matemáticas o física,hasta resolverlos, y entonces pasábamos a otros mayores. Así es en la vida, cada problema resuelto nos enseña algo y nos fortalece.
Contra el odio, usemos la tolerancia, el perdón, el conocimiento. Sólo se aprecia bien algo cuando se lo conoce. Perdonar no significa justificar, olvidar, negar que actue la justicia alli donde se haya cometido un crimen. Significa liberarse del odio y seguir viviendo el presente. Significa no cargar una pesada mochila llena de odio cada dia por el resto de la vida.
Contra el desánimo, muchas lecturas nos recordarán cosas que tal vez habíamos olvidado, además de la valiosa ayuda de los amigos,por supuesto. No digo que todo esto sea fácil, sino que es conveniente y deseable. Vale la pena el esfuerzo. Tenemos muchos conflictos por resolver tanto a escala local como a escala global. La objetividad y la calma nos permitirán afrontarlos adecuadamente.¿Cambiará para bien nuestro mundo sin que cambie cada uno de nosotros?
miércoles, 8 de febrero de 2012
Relato de viaje (3)
Foto: marcopako
Había visto varias películas en que los pilotos eran apretados contra sus asientos por una potente aceleración. Era el efecto de las "catapultas" que les daban un impulso adicional para poder despegar de un portaaviones. Comprobé que un vuelo como turista era muy diferente. Apenas se sentía la aceleración, no en el cuerpo sino en el sonido de las maquinas, hasta que una leve inclinación nos indicaba que ya estábamos en el aire. Todo tan suave como volar en sueños con la fuerza de la voluntad.
Tan pronto como alcanzamos la altura que el avión acostumbra para estos viajes, se anunció que cada cual podía utilizar los aparatos electrónicos que trajera: computadora portátil, reproductor de música, ese tipo de cosas. Me costaba creer que estuviéramos a 10 km de altura. En cualquier caso, si estábamos a cinco a siete o a 10 km, yo no notaba diferencia alguna. Estábamos volando de noche, estábamos dentro en un compartimiento cerrado y con poca luz que para mí tanto podría ser un avión o un submarino. No sabía en qué parte del mundo me encontraba en determinado momento, sólo tenía el reloj para saber qué parte del viaje habíamos hecho y cuánto faltaba. Por cierto, lo había adelantado para asegurarme de llegar con la hora de México, y tomar el vuelo de conexión en el momento correcto.
El aparato eléctrico que traía conmigo era un humilde reproductor de mp3 que funcionaba con una batería AAA. Lo utilicé de a ratos para escuchar unos tangos. Había probado escuchar la música del avión con los audífonos proporcionados a bordo, pero de los diferentes canales, ninguno tenía un tipo de música que me interesara. En las pantallas distribuidas sobre los pasillos a intervalos regulares comenzó la primera película: Kung Fu Panda. No había visto niños entre los pasajeros, aunque la película era entretenida para todas las edades. En mi caso, el único problema era que ya la había visto. A mi alrededor había pasajeros mejor equipados para pasar el tiempo. Uno de los pasajeros tenía una "tablet", ese tipo de computadora plana, pequeña y portátil. Demostrando ser muy previsor, la utilizaba para ver una película que fuera más de su gusto. En otro momento utilizaría la misma tablet para jugar un solitario. A pocos metros, otro pasajero tenía una computadora portátil y trabajaba totalmente concentrado en una plantilla de Excell, el típico programa de asuntos administrativos. Si algo me sorprendía más que estar a 10 km de altura en alguna parte del planeta era observar a un adicto al trabajo que pasó horas escribiendo quién sabe qué, en medio de la noche, durante el viaje en avión. En cuanto a los celulares, yo no tenía, y tampoco sabía si funcionaban en esas circunstancias, más allá de las funciones adicionales como tomar fotos, usar un juego, programar la alarma para ser despertado a determinada hora o escuchar música. Un viaje de nueve horas y 20 minutos se hace largo y aburrido, por más aparatos, entretenimientos o lecturas que uno lleve; sin embargo, conviene llevarlos.
En determinado momento muchos estaban durmiendo, haciendo uso de la pequeña almohada, la manta, y la máscara para los ojos que cada uno había recibido. Para ellos el viaje debió sentirse más corto. Yo nunca he conseguido dormir mientras viajo, no lo conseguí en tren, en ómnibus, ni ahora tampoco en avión. No siento que ningun asiento reemplace a una cama. De vez en cuando hacía ejercicios, pues era lo recomendado: incluso un folleto de la línea aérea indicaba cuáles hacer en un viaje largo. Cosas como mover la cabeza a un lado y a otro, ejercicios para los hombros y los brazos que uno podía hacer en el mismo asiento donde se encontraba. También a veces me levantaba y caminaba hasta uno de los baños que se encontraban al fondo. La puerta del mismo se habría doblandose hacia un costado. El espacio tan pequeño que uno tenía que girar sobre el eje vertical para usar primero el inodoro y luego el lavamanos. En el exterior había una indicación que nos comunicaba si el baño estaba ocupado. Quienes no percibian al principio ese detalle podían esperar un minuto frente a un baño vacío. Regresaba a mi asiento no sólo fijándome en el número y la letra del mismo, sino tomando como punto de referencia a los pasajeros que ya sabía que tenía cerca. No sé si a otras personas que lean este relato les habrá tocado viajar junto a alguien muy conversador o una pareja ruidosa. En mi caso, tenía de un lado la ventanilla y del otro lado a una mujer de unos 50 años que se mostraba amable en los pocos momentos en que dijo una palabra.
No sentía hambre, aunque las comidas eran una novedad que también servía para combatir el aburrimiento. No podía quejarme ni de la cantidad ni la calidad de cuanto había comido. Después de Kunf Fu Panda, "Medianoche en Paris" y "Capitán America", todavía quedaba tiempo para una serie cómica de media hora. Llegó el momento en que se nos anunció por fin que ya estábamos por llegar al aeropuerto internacional de México. Llegué todavía de noche a un sitio desconocido y seguí a los demás.
El espacio era grande y el cartel decía "migraciones". Nos separamos en dos grupos: quienes eran mexicanos y quienes éramos extranjeros. Otra vez una cola, pero que pasaba rápido. Había varias chicas lindas atendiendo en ese trámite a los recién llegados. Cuando me llamaron a mi, me atendió un hombre de bigote, serio como perro en un bote, solemne como pedo de inglés. Hablaba en voz baja como si estuviera en una biblioteca, por lo que tuve que inclinarme un poco y acercarme para escuchar mejor. Después de ver mi pasaporte, me pregunto cuándo me iba. Había acabado de viajar durante nueve horas y 20 minutos y lo primero que me preguntaba era la fecha en que partiría. En Argentina me habían preguntado cuándo volvería. Parecía como si en Buenos Aires tuvieran miedo de perder un argentino y en México tuvieran miedo de ganar uno. Hubiera esperado algo como "gracias por visitar nuestro país", pero no tenía experiencia viajando. También quiso ver mi pasaje de regreso, por lo cual le expliqué el tema del boleto electrónico, y le mostré un documento que comprobaba la compra de un pasaje de ida y vuelta. Me preguntó cuánto tiempo me quedaría y dónde. Le indique la dirección de la casa de mi princesa, que ya estaba escrita en un ficha que había llenado. Entonces me preguntó cómo lo había conocido. "Y a tí qué rayos te importa" fue la respuesta pensada, pero como no quería quedarme a vivir en la oficina de migraciones, la respuesta fue "por internet".
Finalmente puso un sello al pasaporte y pasé a la siguiente sección, donde debía apretar un botón y ver si se encendía una luz verde o una luz roja. En mi caso fue roja, así que subi mi valija sobre una plataforma a modo de mesa y una chica muy simpática vestida con su uniforme de aduanas examinó brevemente el contenido. Luego de ver que todo estaba en orden, dejé la valija en una nueva cinta transportadora para que la carguen en el vuelo de conexión que saldría más tarde. Ese fue un momento en que ocurrió algo muy extraño pero que sólo noté más tarde: ya no tenía sujeta a mi cinturón la llave del candado de la valija. No sabía lo que habría hecho con la misma después de abrirla para que fuera revisada en aduanas. No recordaba si había vuelto a cerrarla, por lo cual lo más probable era que mi valija viajara cerrara únicamente por los cierres. Afortunadamente, el vuelo de conexión hacia Guanajuato duraba menos de una hora. En comparación con nueve horas y media, era un parpadeo.
Ya de día,un día de pleno calor, este avión más pequeño y con menos pasajeros se posó con habilidad y precisión sobre la pista. Había atravesado el planeta completamente solo y había llegado al lugar de destino en tiempo y forma. Esperé la llegada del equipaje algo impaciente, en unos minutos que parecían años. La valija se encontraba perfectamente bien. Paradójicamente, lo único que faltaba era el candado que le había puesto para procurar que nada faltara. Volví a tomar mi valija y arrastrarla metro tras metro hacia el sector de llegadas. Aunque no pudiera verla todavía, sabía que mi princesa estaba allí, lo sabía cómo sabía que la tierra era redonda, lo sentía tan claro como el sol de ese mediodía. Allí estaba, llamándome por mi nombre, pues me había visto un momento antes de que yo la viera. Sin duda, un abrazo y un beso romántico constituyen la manera ideal de concluir un largo viaje. Era final de ese viaje, pero solo el principio de aquélla estadía con bastantes lugares que vale la pena visitar, y en buena compañía.
Continuará...
Había visto varias películas en que los pilotos eran apretados contra sus asientos por una potente aceleración. Era el efecto de las "catapultas" que les daban un impulso adicional para poder despegar de un portaaviones. Comprobé que un vuelo como turista era muy diferente. Apenas se sentía la aceleración, no en el cuerpo sino en el sonido de las maquinas, hasta que una leve inclinación nos indicaba que ya estábamos en el aire. Todo tan suave como volar en sueños con la fuerza de la voluntad.
Tan pronto como alcanzamos la altura que el avión acostumbra para estos viajes, se anunció que cada cual podía utilizar los aparatos electrónicos que trajera: computadora portátil, reproductor de música, ese tipo de cosas. Me costaba creer que estuviéramos a 10 km de altura. En cualquier caso, si estábamos a cinco a siete o a 10 km, yo no notaba diferencia alguna. Estábamos volando de noche, estábamos dentro en un compartimiento cerrado y con poca luz que para mí tanto podría ser un avión o un submarino. No sabía en qué parte del mundo me encontraba en determinado momento, sólo tenía el reloj para saber qué parte del viaje habíamos hecho y cuánto faltaba. Por cierto, lo había adelantado para asegurarme de llegar con la hora de México, y tomar el vuelo de conexión en el momento correcto.
El aparato eléctrico que traía conmigo era un humilde reproductor de mp3 que funcionaba con una batería AAA. Lo utilicé de a ratos para escuchar unos tangos. Había probado escuchar la música del avión con los audífonos proporcionados a bordo, pero de los diferentes canales, ninguno tenía un tipo de música que me interesara. En las pantallas distribuidas sobre los pasillos a intervalos regulares comenzó la primera película: Kung Fu Panda. No había visto niños entre los pasajeros, aunque la película era entretenida para todas las edades. En mi caso, el único problema era que ya la había visto. A mi alrededor había pasajeros mejor equipados para pasar el tiempo. Uno de los pasajeros tenía una "tablet", ese tipo de computadora plana, pequeña y portátil. Demostrando ser muy previsor, la utilizaba para ver una película que fuera más de su gusto. En otro momento utilizaría la misma tablet para jugar un solitario. A pocos metros, otro pasajero tenía una computadora portátil y trabajaba totalmente concentrado en una plantilla de Excell, el típico programa de asuntos administrativos. Si algo me sorprendía más que estar a 10 km de altura en alguna parte del planeta era observar a un adicto al trabajo que pasó horas escribiendo quién sabe qué, en medio de la noche, durante el viaje en avión. En cuanto a los celulares, yo no tenía, y tampoco sabía si funcionaban en esas circunstancias, más allá de las funciones adicionales como tomar fotos, usar un juego, programar la alarma para ser despertado a determinada hora o escuchar música. Un viaje de nueve horas y 20 minutos se hace largo y aburrido, por más aparatos, entretenimientos o lecturas que uno lleve; sin embargo, conviene llevarlos.
En determinado momento muchos estaban durmiendo, haciendo uso de la pequeña almohada, la manta, y la máscara para los ojos que cada uno había recibido. Para ellos el viaje debió sentirse más corto. Yo nunca he conseguido dormir mientras viajo, no lo conseguí en tren, en ómnibus, ni ahora tampoco en avión. No siento que ningun asiento reemplace a una cama. De vez en cuando hacía ejercicios, pues era lo recomendado: incluso un folleto de la línea aérea indicaba cuáles hacer en un viaje largo. Cosas como mover la cabeza a un lado y a otro, ejercicios para los hombros y los brazos que uno podía hacer en el mismo asiento donde se encontraba. También a veces me levantaba y caminaba hasta uno de los baños que se encontraban al fondo. La puerta del mismo se habría doblandose hacia un costado. El espacio tan pequeño que uno tenía que girar sobre el eje vertical para usar primero el inodoro y luego el lavamanos. En el exterior había una indicación que nos comunicaba si el baño estaba ocupado. Quienes no percibian al principio ese detalle podían esperar un minuto frente a un baño vacío. Regresaba a mi asiento no sólo fijándome en el número y la letra del mismo, sino tomando como punto de referencia a los pasajeros que ya sabía que tenía cerca. No sé si a otras personas que lean este relato les habrá tocado viajar junto a alguien muy conversador o una pareja ruidosa. En mi caso, tenía de un lado la ventanilla y del otro lado a una mujer de unos 50 años que se mostraba amable en los pocos momentos en que dijo una palabra.
No sentía hambre, aunque las comidas eran una novedad que también servía para combatir el aburrimiento. No podía quejarme ni de la cantidad ni la calidad de cuanto había comido. Después de Kunf Fu Panda, "Medianoche en Paris" y "Capitán America", todavía quedaba tiempo para una serie cómica de media hora. Llegó el momento en que se nos anunció por fin que ya estábamos por llegar al aeropuerto internacional de México. Llegué todavía de noche a un sitio desconocido y seguí a los demás.
El espacio era grande y el cartel decía "migraciones". Nos separamos en dos grupos: quienes eran mexicanos y quienes éramos extranjeros. Otra vez una cola, pero que pasaba rápido. Había varias chicas lindas atendiendo en ese trámite a los recién llegados. Cuando me llamaron a mi, me atendió un hombre de bigote, serio como perro en un bote, solemne como pedo de inglés. Hablaba en voz baja como si estuviera en una biblioteca, por lo que tuve que inclinarme un poco y acercarme para escuchar mejor. Después de ver mi pasaporte, me pregunto cuándo me iba. Había acabado de viajar durante nueve horas y 20 minutos y lo primero que me preguntaba era la fecha en que partiría. En Argentina me habían preguntado cuándo volvería. Parecía como si en Buenos Aires tuvieran miedo de perder un argentino y en México tuvieran miedo de ganar uno. Hubiera esperado algo como "gracias por visitar nuestro país", pero no tenía experiencia viajando. También quiso ver mi pasaje de regreso, por lo cual le expliqué el tema del boleto electrónico, y le mostré un documento que comprobaba la compra de un pasaje de ida y vuelta. Me preguntó cuánto tiempo me quedaría y dónde. Le indique la dirección de la casa de mi princesa, que ya estaba escrita en un ficha que había llenado. Entonces me preguntó cómo lo había conocido. "Y a tí qué rayos te importa" fue la respuesta pensada, pero como no quería quedarme a vivir en la oficina de migraciones, la respuesta fue "por internet".
Finalmente puso un sello al pasaporte y pasé a la siguiente sección, donde debía apretar un botón y ver si se encendía una luz verde o una luz roja. En mi caso fue roja, así que subi mi valija sobre una plataforma a modo de mesa y una chica muy simpática vestida con su uniforme de aduanas examinó brevemente el contenido. Luego de ver que todo estaba en orden, dejé la valija en una nueva cinta transportadora para que la carguen en el vuelo de conexión que saldría más tarde. Ese fue un momento en que ocurrió algo muy extraño pero que sólo noté más tarde: ya no tenía sujeta a mi cinturón la llave del candado de la valija. No sabía lo que habría hecho con la misma después de abrirla para que fuera revisada en aduanas. No recordaba si había vuelto a cerrarla, por lo cual lo más probable era que mi valija viajara cerrara únicamente por los cierres. Afortunadamente, el vuelo de conexión hacia Guanajuato duraba menos de una hora. En comparación con nueve horas y media, era un parpadeo.
Ya de día,un día de pleno calor, este avión más pequeño y con menos pasajeros se posó con habilidad y precisión sobre la pista. Había atravesado el planeta completamente solo y había llegado al lugar de destino en tiempo y forma. Esperé la llegada del equipaje algo impaciente, en unos minutos que parecían años. La valija se encontraba perfectamente bien. Paradójicamente, lo único que faltaba era el candado que le había puesto para procurar que nada faltara. Volví a tomar mi valija y arrastrarla metro tras metro hacia el sector de llegadas. Aunque no pudiera verla todavía, sabía que mi princesa estaba allí, lo sabía cómo sabía que la tierra era redonda, lo sentía tan claro como el sol de ese mediodía. Allí estaba, llamándome por mi nombre, pues me había visto un momento antes de que yo la viera. Sin duda, un abrazo y un beso romántico constituyen la manera ideal de concluir un largo viaje. Era final de ese viaje, pero solo el principio de aquélla estadía con bastantes lugares que vale la pena visitar, y en buena compañía.
Continuará...
martes, 7 de febrero de 2012
Ikariam : estrategia online en la antigua grecia
Hace poco que he estado probando el juego Ikariam y resulta interesante además de recomendable. Si bien hay que aprender unas cuantas cosas al principio, pues tiene sus similitudes pero también sus diferencias respecto a otros juegos online, el tutorial nos simplifica bastante las cosas. Esta juego presenta una curiosa variante: los jugadores están ubicados en islas. Cada isla tendrá un pequeño número de jugadores como compañeros, o como enemigos, según la actitud que tomen. La madera será el recurso básico, y para aumentar el nivel del aserradero y poder dedicar más trabajadores al mismo, los miembros de una misma isla deberán donar madera. También deben hacerlo para aumentar el nivel de la mina del recurso secundario. Hay cuatro recursos secundarios: vino, cristal, mármol, azufre. Cada isla tendrá sólo uno de estos elementos. Para conseguir los demás deberemos comerciar con otras islas o crear una colonia en una de las mismas, lo cual a su vez requiere una determinado nivel de desarrollo.
El oro lo proveen los ciudadanos que no estén trabajando, que no sean convertidos en soldados, ni estén investigando en la Universidad. El número de habitantes aumentará por sí solo, pero el ritmo al que aumentan dependerá de su nivel de felicidad, que a su vez dependerá de que podamos conseguir los recursos necesarios, con habilidad para el comercio para la estrategia. Cuando puede escribir aquí es poco, ya que el juego muestra muchas más características que lo hacen interesante. Si quieren ponerse a prueba tanto en la estrategia como la capacidad de establecer relaciones comerciales (doble desafío), éste es el tipo de juego que están buscando.
Ogame: novedades en el juego y estrategias
Recientemente el juego online Ogame ha incluido características que muchos de nosotros ya conocíamos en otros juegos: escondite de recursos y calificación de "honor y reputación". Se han achicado las diferencias acerca de a quién se puede atacar, hasta tal punto de que atacar a alguien a quien el juego lo permita, pero que se encuentre en condiciones muy inferiores, resta puntos de "honor". Por otro lado, el hecho de jugar como un "buen deportista" aumenta esos puntos. La diferencia entre ambos extremos se nota con una marca de color amarillo (honor alto) o de color rojo (honor bajo) al lado del nombre de los jugadores.
También se puede fabricar escondites de metal, cristal y deuterio; lo cual es útil al principio del juego. La condición necesaria es haber construido antes dos depósitos de cada uno de esos elementos. Además, si uno es atacado por una fuerza muy superior mientras está ausente, existe ahora la opción de la retirada automática, para salvar naves y recursos.
Quienes se inicien en el juego harán bien en buscar y leer en Internet los diferentes manuales y usar los simuladores de batalla.. Dos conceptos serán muy importantes en el juego: fleet saving y "ataque en condeferación" o "sac",por sus siglas en ingés. El primer término se refiere a la estrategia de enviar los recursos del planeta en naves de transporte hacia una colonia lejana. Esto se hará durante la noche o en otro momento en que uno se ausente por muchas horas, para prevenir ataques enemigos. El "sac" consiste en el ataque en equipo, integrado por varios jugadores de una misma alianza. Una interesante variante del mismo es pasarlo al plural y hablar de "equipos de sac": Miembros de una alianza divididos en grupos de cinco para atacar objetivos acotados a sectores relativamente pequeños. Al lanzar sus equipos todos al mismo tiempo, tienen un mejor efecto del que tendría un único sac aislado. Si el desarrollo del juego les parece lento, pueden optar por servidores con 2x (el doble de la velocidad básica) o incluso con 4x. En la parte superior de la pantalla pueden elegir país, por ejemplo España. Si hablna portugués, encontrarán un servidor 4x también en los servidores Ogame para Brasil. Si le gusta jugar en equipo, Ogame les proporcionará algunos momentos interesantes desafíos para su tiempo libre.
Juegos online: Imperia, versión actualizada
Uno de los más conocidos juegos online basados en la edad media como escenario es Imperia online. Ya lo había jugado hace tiempo, sólo que ahora presenta interesantes novedades. Una serie de objetivos a cumplir estimulan al jugador a desarrollar su imperio al tiempo que le permiten tener diversas recompensas, es decir, recursos. También uno puede recibir "diamantes", es decir, un recurso de especial valor en el juego, por el hecho de participar cada día. Al principio uno figura en su propio perfil como "rookie" (principiante), para luego pasar al nivel del recluta y seguir ascendiendo en la medida en que uno gane "honores militares" en cada batalla.
Toda la información necesaria se presenta de una manera práctica, en forma de ventanas que uno puede desplazary superponer. De esta manera uno podrá controlar varios informes a la vez sin salirse de la pantalla principal. Si por defecto las instrucciones aparecen en inglés, en la parte inferior de la pantalla tendremos el control para elegir el idioma que prefiramos. El hecho de ver a los aldeanos en movimiento le otorga más atractivo al escenario, característica que si deseamos, podemos desactivar desde el menú de opciones.
Por supuesto que quienes conocen este juego hace tiempo estarán familiarizados con sus características y sus novedades, pero no deja de ser importante mencionarlas a quienes busquen un interesante pasatiempo en línea, donde tanto los aliados como los adversarios son otros seres humanos, con sus diferentes niveles de ingenio y capacidad para la estrategia. Toda persona con experiencia en este juego está invitada a compartir su sabiduría en la seción de comentarios, recomendando su alianza o estrategias y consejos para principiantes.
jueves, 2 de febrero de 2012
Relato de viaje (2)
Foto:skinnylawyer
Tan pronto como bajé del omnibus seguí a los demás hacia el interior de la terminal, tras cruzar una calle. Una vez más rechacé las ofertas de quienes a viva voz ofrecían envolver la valija por un determinado precio. Ahora tenía que asegurarme de seguir correctamente todos los pasos de manera de estar en el avión dentro de tres horas. ¿Cuáles eran esos pasos? Hasta donde sabía, debía ir hasta la ventanilla de la línea aérea con la que viajaba para recibir mi pasaje. No lo traía conmigo como tal vez hubiera pasado en otras épocas. Era un boleto electrónico, algo que había leído en una vieja revista de viajes tan sólo unos días antes. Como ya tenía hecha la reserva y al viaje estaba pagado, sólo debía presentar el pasaporte en la ventanilla para que en ese momento impriman el pasaje y me lo entreguen.
Había más de 20 ventanillas, tal vez 30 o más una al lado de otra, unas cuantas estaban apagadas. Pasé frente a ellas arrastrando mi valija,tirando de la manija para que todo su peso se deslice sobre dos pequeñas ruedas. Era nueva la experiencia de ir al baño con una valija, pues obviamente no podía separarme de ella ni por un momento. Imaginé que debía haber un puesto de información, y después de consultar a un guardia, me encaminé hacia el puesto que me indicó. Allí una joven amable estaba respondiendo preguntas en español, inglés y portugués. Le confesé todo: como no había hecho antes un viaje como ese, no tenía mucha idea de lo que debía hacer. Me dijo que la correspondiente ventanilla se abriría más tarde, y así fue. De un momento a otro ya había una considerable fila de pasajeros, cada uno con varias valijas. Contra lo que pensaba al principio, la fila avanzaba a buen ritmo. Tan pronto como llegué a la ventanilla, recibí el pasaje a México y el pasaje del vuelo de conexión. Dejé mi valija sobre una cinta transportadora y me sentí aliviado de su peso. No volvería a verla hasta dentro de unas cuantas horas, en México.
El siguiente paso era entrar al área de preembarque. Una nueva fila para hacer pasar el bolso de mano por la máquina de rayos X y levantar los brazos mientras cada uno le era revisado con un detector de metales portátil.
-¿Dónde va?-preguntó el uniformado del detector portátil.
- A México -respondi una vez más.
Elsiguiente e inmediato paso llevaba el cartel "migraciones". Una nueva fila compensada por la velocidad con que avanzaba la misma. Cada pasajero mostraba su pasaporte frente a una ventanilla atendida por una persona frente a una PC. Le ponían un sello al pasaporte y que tenga buen viaje. Cuando yo llegué a la ventanilla, la chica que atendía introdujo mis datos en la PC. Los miró por segunda vez y me pidió también el documento nacional de identidad, cosa que no había hecho con los anteriores pasajeros. Después de verlo e introducir nuevamente los datos, me pidió que espere un minuto y se retiró de su puesto para entrar en una oficina. Volvió con un hombre que me preguntó si yo era yo, a donde iba, y si había viajado antes. Después de responder hasta lo más evidente, los dos volvieron a su oficina. Yo ya me preguntaba si me confundían con alguien que estuviera en "la lista de los más buscados". Si bien Jorge Fénix es el seudónimo que uso como escritor y blogger, mi nombre real es tan común como Juan Pérez o José García. De hecho, hay unas cuantas personas que tienen el mismo nombre y apellido que yo. Finalmente, volvió sólo la chica, puso el sello en el pasaporte, y me deseó un buen viaje.
La planta baja del aeropuerto tenía unos cuantos negocios donde comprar libros y revistas y también donde comer. Yo había comido en un Mac-Donalds de esa terminal una hora antes. El área donde uno esperaba la salida del avión parecía tener muchos más negocios. Suponía que serían los famosos duty free shop. Algo que también me había llamado la atención era la variedad de idiomas que escuchaba mi alrededor. Parejas hablando en inglés, en portugués, en lenguas orientales, y en alguna lengua que parecía europea pero que no entendía. No faltaban los asientos donde acomodarse mientras se espera la salida, cerca de la puerta correspondiente. Yo ya había encontrado la puerta de salida del vuelo, además estar atento a las pantallas que confirmaban que el vuelo saldría sin retraso.
¿Qué puedo decir sobre el paso del tiempo en esa área? Es posible que sea uno de los sitios donde más subjetivo se vuelve ese paso del tiempo. Puede pasar rápido porque uno tiene muchas cosas en qué pensar o despacio para alguien que se encuentre acostumbrado a los viajes.
De todas formas, el tiempo pasó. Me presenté junto con los demás pasajeros en la puerta correspondiente y caminamos por un pasillo que nos condujo directamente al interior del avión. Se veía más sofisticado y confortable de lo que suponía. Tan sólo entrar y sentarse ya era una experiencia agradable. Las azafatas dieron en dos diferentes idiomas las instrucciones de siempre. Como era de noche, por la ventanilla no había nada que ver aparte de luces. Me abroche el cinturón. El avión comenzaba a moverse lentamente hacia la pista que utilizaría para despegar.
Continuará...
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