
Foto:Carlos Allevato
Esta es una historia ficticia, obra de la imaginación. Cualquier similitud con lugares, personas o hechos reales es pura coincidencia. Obra previamente registrada.
6. Extrañamiento
Hay historias de barcos fantasmas: todo está en su sitio, incluso la comida; todo excepto la gente. Hay pueblos fantasmas también, y quién sabe si eso será más que una metáfora. Quien no haya venido antes, como yo, tan temprano, pensaría que esta es una de esas historias.
Los pasillos los siento estremecedoramente silenciosos. Con cada paso tengo miedo de despertar a un monstruo oculto. Incluso se cuentan diversas cosas por las cuales muchos no vendrían solos en estos momentos. En las aulas, los bancos están desordenados de tan inquietante manera que parece que una turba enfurecida los hubiera agarrado a patadas. Hay restos de cigarrillos y de paquetes de galletitas en el suelo. De haberse producido una batalla entre romanos y tribus bárbaras, hubieran dejado todo mas ordenado, pues es sabido que luego de la batalla recogían los cuerpos y las armas.
Están por todas partes los rastros de seres casi humanos, que no consideran ese sitio como algo suyo, o de su país, pero es temprano y nadie ha llegado todavía. Un gato negro pasa sin hacer ruido y sin fijarse en mi. Está acostumbrado a nuestra presencia. Algunos dicen que es una de las mascotas de la facultad, otros piensan que es la reencarnacion de un estudiante, o tal vez algo más siniestro. Parece que quienes son supersticiosos también fueran racistas.
Algunas películas empezarán como este día, solo que serán científicos quienes entrarán a un escenario como este, vistiendo trajes que los protejan de los virus. Recién después de analizar el aire se quitarán los trajes y se preguntarán qué rayos ha ocurrido aquí. Pues nada en particular, esto es aquí lo normal y ya se acostumbraran,como yo.
Los demás comienzan a llegar uno por uno. Yo me he sentado. No se si debería relajarme tanto, pues estoy medio dormido. No, no creo que pueda quedarme dormido aquí y hasta soñar, pero nunca se sabe lo que en tal sitio soñaría.
Escucho una voz. parece que me habla a mi. Abro los ojos y veo al gato negro sentado en frente.
-¿Me hablas a mi?
-Si, a ti. Pareces sorprendido.
- Bueno, sinceramente no lo esperaba.-dije.
-¿Todavía estas medio dormido,verdad?
-¿Se me nota mucho? -pregunté
-Yo creo que si, porque en vez de mirarme a mí, miras a ese gato.
Sentí una mano sobre mi antebrazo izquierdo y vi a una compañera a quien había saludado un par de veces. Sonreía con simpatía y con sinceros deseos de saber más de mi. El gato maulló y se retiró.
Supe, por nuestra primera conversacion, que su nombre era Amanda, que estaba en las mismas clases que yo, y que teníamos muchas cosas en común, por lo cual me cayó bien y el sentimiento fue mutuo. Ella también me contó alguna que otra leyenda urbana, incluyendo a ese lugar donde nos encontrábamos.
Continuará...